Novela: "Maravilloso Desastre"
Capítulo 38: "Enamorado de ti"
—He venido todo el camino hasta aquí en la
moto practicando mentalmente lo que iba a decirte, así que escúchame —dijo él.
—Peter…
—Sé que lo nuestro está jodido, ¿vale? Yo
soy impulsivo, tengo mal carácter y tú me calas más hondo que cualquiera.
Actúas como si me odiaras y al minuto siguiente me necesitaras. Nunca hago nada
bien, y no te merezco…, pero estoy jodidamente enamorado de ti, Lali. Te quiero
más de lo que he querido a nadie o a nada jamás. Cuando estoy contigo no
necesito beber, ni dinero, ni pelear, ni los líos de una noche…, solo te
necesito a ti. No pienso en nada más. No sueño con nada más. Eres todo lo que
quiero.
Mi plan de fingir desinterés era un fracaso
épico. No podía seguir aparentando que no me importaba nada después de que
pusiera todas sus cartas sobre la mesa. Cuando nos conocimos, algo en el
interior de ambos cambió y, fuera lo que fuera, hacía que nos necesitáramos el
uno al otro. Por razones que desconocía, yo era su excepción, y, por mucho que
hubiera intentado luchar contra mis sentimientos, él era la mía.
Meneó la cabeza, me cogió la cara por ambos
lados y me miró a los ojos.
—¿Te has acostado con él?
Se me inundaron los ojos de lágrimas calientes
y sacudí la cabeza para decir que no. Pegó sus labios contra los míos y su
lengua entró en mi boca sin vacilación. Incapaz de controlarme, lo agarré por
la camiseta y lo atraje hacia mí. Hizo un ruido con su voz alucinante y
profunda, y me agarró con tanta fuerza que me costaba respirar.
Se apartó, sin aliento.
—Llama a Gastón. Dile que no quieres verlo
más. Dile que estás conmigo.
Cerré los ojos.
—No puedo estar contigo, Peter.
—¿Por qué demonios no? —dijo, soltándome.
Sacudí la cabeza, temerosa de su reacción a
la verdad.
Soltó una carcajada.
—Increíble. La única chica de la que me
enamoro no quiere estar conmigo.
Tragué saliva, consciente de que tendría que
acercarme a la verdad más de lo que lo había hecho en meses.
—Cuando Cande y yo nos mudamos aquí,
teníamos el propósito de hacer ciertos cambios en mi vida. O más bien de no
seguir con ciertos hábitos. Las peleas, las apuestas, la bebida son las cosas
que dejé atrás. Cuando estoy contigo, todo se me viene encima en un
irresistible conjunto cubierto de tatuajes. No me mudé a cientos de kilómetros
para volver a caer en lo mismo.
Me levantó la barbilla para que lo mirara.
—Sé que mereces a alguien mejor que yo. ¿Te
crees que no lo sé? Pero si hay una mujer hecha para mí, eres tú… Haré lo que
sea necesario, Paloma. ¿Me oyes? Estoy dispuesto a todo.
Me solté, avergonzada por no poder decirle
la verdad. Era yo la que no estaba a la altura. Sería yo la que acabaría
arruinándolo todo; incluido a él. Acabaría odiándome algún día y no podría
soportar ver su mirada cuando llegara ese momento.
Con la mano, mantenía la puerta cerrada.
—Dejaré de pelear en cuanto me gradúe. No
volveré a beber ni una sola gota. Te daré el final feliz,
Paloma. Solo necesito que creas en mí. Puedo
hacerlo.
—No quiero que cambies.
—Entonces dime qué tengo que hacer. Dímelo y
lo haré —me rogó.
Cualquier idea de estar con Gastón se había
esfumado hacía tiempo, y sabía que se debía a mis sentimientos hacia Peter.
Pensé en los diferentes giros que mi vida podía dar a partir de ese momento: confiar
en Peter dando un salto de fe y arriesgarme a caminar por arenas movedizas, o
apartarlo de mi vida y saber exactamente dónde acabaría, lo que incluía una
vida sin él. Ambas decisiones me aterraban.
—¿Me dejas tu móvil? —le pregunté.
Peter frunció el entrecejo, confuso.
—Claro —dijo, antes de sacárselo del
bolsillo y dármelo.
Marqué y cerré los ojos mientras oía los
tonos de llamada.
—¿Peter? ¿Qué demonios haces? ¿Tienes idea
de qué hora es? —respondió Gastón. Su voz sonaba profunda y áspera, e inmediatamente
sentí el corazón desbocado en mi pecho. No se me había ocurrido que supiera que
le había llamado desde el móvil de Peter.
No sé cómo conseguí que mis palabras
salieran de entre mis labios temblorosos.
—Siento llamarte tan tarde, pero esto no
podía esperar… No puedo cenar contigo el miércoles.
—Son casi las cuatro de la mañana, Lali.
¿Qué pasa?
—En realidad, no puedo salir más contigo.
—La…
—Estoy… bastante segura de estar enamorada
de Peter—dije, preparándome para su reacción.
Después de un momento de silencio, me colgó.
Seguía con la mirada clavada en el suelo, le
pasé el teléfono a Peter y, entonces, con dificultad levanté la mirada para
comprobar la expresión de su cara: era una combinación de confusión, sorpresa y
adoración.
—Me ha colgado —dije torciendo el gesto.
Escrutó mi cara con una mirada de esperanza
y cautela.
—¿Estás enamorada de mí?
—Son los tatuajes —dije encogiéndome de
hombros.
Sonrió de oreja a oreja y se le marcaron los
hoyuelos de las mejillas.
—Ven a casa conmigo —dijo él, envolviéndome
en sus brazos.
Enarqué las cejas.
—¿Has dicho todo eso para llevarme a la
cama? Debí de dejarte muy impresionado.
—Ahora solo puedo pensar en estrecharte
entre mis brazos durante toda la noche.
—Vámonos —dije.
A pesar de la velocidad excesiva y los
atajos, el camino hasta el apartamento parecía no acabarse nunca. Cuando por
fin llegamos, Peter me subió en brazos por las escaleras. Mientras él luchaba
por abrir la puerta, me reí contra sus labios. Cuando me dejó en el suelo y
cerró la puerta detrás de nosotros, soltó un largo suspiro de alivio.
—No sentía que este sitio fuera mi casa
desde que te fuiste —dijo, antes de besarme en los labios.
Toto vino
corriendo por el pasillo y movió la colita, mientras saltaba sobre mis piernas.
Lo acaricié y lo levanté del suelo.
La cama de Agus crujió, y sus pies
retumbaron en el suelo. La puerta se abrió de golpe, y entrecerró los ojos por
la luz.
—¡Joder, Peter, no voy a consentirte esta
mierda! Estás enamorado de La… —Cuando pudo enfocar la mirada, se dio cuenta de
su error— … li. Hola, Lali.
—Hola, Agus —dije, mientras dejaba a Toto
en el suelo.
Peter tiró de mí, dejando atrás a su primo,
que seguía estupefacto, y cerró la puerta detrás de nosotros de una patada,
atrayéndome a sus brazos y besándome sin pensárselo dos veces, como si lo
hubiéramos hecho un millón de veces antes. Le quité la camiseta por encima de
la cabeza, y él me bajó la chaqueta por los hombros. Dejé de besarlo el tiempo
suficiente para quitarme el jersey y el top, y después me lancé de nuevo a sus
brazos. Nos desvestimos el uno al otro, y a los pocos segundos me tumbó sobre
el colchón. Alargué el brazo por encima de la cabeza para abrir el cajón y metí
la mano dentro, buscando cualquier cosa que crujiera.
—Mierda —dijo él, jadeando y frustrado—. Me
deshice de ellos.
—¿Qué? ¿De todos?
—Pensaba que no ibas a…, si no iba a estar
contigo, no los necesitaba.
—¡Estás de broma! —dije, dejando caer la
cabeza hacia atrás contra el cabecero.
Apoyó la frente en mi pecho.
—Considérate lo contrario a una conclusión
previsible.
Sonreí y lo besé.
—¿Nunca has estado con nadie sin uno?
Negó con la cabeza.
—Nunca.
Miré a mi alrededor un momento, perdida en
mis pensamientos. Mi expresión le hizo reír.
—¿Qué haces?
—Sssh, estoy contando.
Peter me miró un momento y entonces se
inclinó para besarme el cuello.
—No puedo concentrarme si haces eso…—dije
con un suspiro—. Veinticinco y dos días…
—concluí respirando.
Peter se rio.
—¿De qué demonios estás hablando?
—Estamos seguros —dije, deslizándome para
estar directamente debajo de él.
Apretó mi pecho contra el suyo y me besó con
ternura.
—¿Estás segura?
Deslicé las manos desde sus hombros hasta su
culo y lo empujé contra mí. Él cerró los ojos y soltó un largo y profundo
gemido.
—Oh, Dios mío, Lali —suspiró él. Volvió a penetrarme
y otro jadeo salió de su garganta—. Joder, es una sensación alucinante.
—¿Tan diferente es?
Me miró a los ojos.
—Es diferente contigo en todo caso, pero…
—Respiró hondo durante un momento y volvió a tensarse, cerrando los ojos
durante un momento—. Nunca volveré a ser el mismo después de esto.
Sus labios buscaron cada centímetro de mi
cuello y, cuando encontró su camino a mi boca, hundí las yemas de los dedos en
los músculos de sus hombros, perdiéndome en la intensidad del beso.
Peter me llevó las manos sobre la cabeza y
entrelazó sus dedos con los míos, apretándome las manos cada vez que empujaba.
Sus movimientos se hicieron un poco más bruscos, y clavé las uñas en sus manos
cuando mis entrañas se tensaron con una fuerza increíble.
Grité, mordiéndome el labio y cerrando con
fuerza los ojos.
—Lali —susurró él. En su voz se notaba el
conflicto—. Tengo… Tengo que…
—No pares —supliqué.
Me penetró de nuevo, y gimió tan fuerte que
le tapé la boca. Después de unas cuantas respiraciones agitadas, me miró a los
ojos y me besó una y otra vez. Me cogió la cara con ambas manos y me besó otra
vez, más lentamente, con más ternura. Acarició mis labios con los suyos, y
después las mejillas, la frente, la nariz y, entonces, finalmente, volvió a mis
labios.
Sonreí y suspiré. El cansancio podía
conmigo. Peter me acercó a él y tiró de las sábanas para taparnos. Apoyé la
mejilla en su pecho y él me besó en la frente una vez más, entrelazando los
dedos detrás de mí.
—No te vayas esta vez, ¿vale? Quiero
despertarme exactamente así por la mañana.
Lo besé en el pecho, presa de la culpa
porque tuviera que pedírmelo.
—No me iré a ninguna parte.Continuará...
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Espero que les guste. Dejen sus lindos comentarios :)
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Me llamo Cielo, si quieren llámenme por mi nombre besos a todos !
Chicas maratón 1/5 +10 cometarios y subo mas
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ResponderBorrarmas nove
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ResponderBorrarsube otro cap
ResponderBorrar+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
ResponderBorrarpor fin ahora están bien
ResponderBorrarme encanta la nove
ResponderBorraryupi maratón
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ResponderBorrarnove
amo a laliter <3
ResponderBorrarsube pronto
ResponderBorrarPor fin se decidio lali espero que dure!! Más!!
ResponderBorrarAmigaaaaaa por fin!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Estoy feliz jajajajaja que lindos, me encanta!!! Maríaaaa
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