Novela: "Maravilloso Desastre"
Capítulo 41:"Celos"
Un hombre vestido con toga se apoyó en la
barra al lado de Candela y sonrió.
—Señoritas, ¿qué van a beber esta noche?
—Nos pagamos nuestras propias copas, gracias
—dijo Cande, mirando hacia delante.
—Soy Mike —dijo él, y después señaló a su
amigo—: Este es Logan.
Sonreí educadamente y miré a Cande, que puso
su mejor cara de «largaos de aquí». La camarera nos preguntó qué queríamos y
después asintió a los hombres que estaban detrás de nosotras, que se peleaban por
hacerse cargo del pedido de Cande. Trajo un vaso cuadrado lleno de un líquido
rosa y espumoso, y tres cervezas. Mike le entregó el dinero y ella asintió.
—Esto es alucinante —dijo Mike, mirando a la
multitud.
—Sí —respondió Cande molesta.
—Te he visto bailando antes —me dijo Logan,
señalando la pista de baile—. Estabas genial.
—Eh…, gracias —dije, intentando ser educada,
pero consciente de que Peter estaba a unos pocos metros.
—¿Quieres bailar? —me preguntó él.
—No, gracias. Estoy aquí con mi…
—Novio —dijo Peter, apareciendo de la nada.
Lanzó una mirada asesina a los hombres que
estaban delante de nosotros, y estos se alejaron un poco, claramente
intimidados.
Cande no pudo contener su sonrisa petulante
cuando Agus la rodeó con el brazo. Peter señaló el otro lado del local.
—Largo, ¿qué esperan?
Los hombres nos miraron a Cande y a mí, y
después dieron unos cuantos pasos hacia atrás antes de refugiarse en la
seguridad de la multitud.
Agus besó a Cande.
—¡No puedo llevarte a ningún sitio!
Ella soltó una risita tonta y yo sonreí a
Peter, que me miraba furibundo.
—¿Qué pasa?
—¿Por qué les dejaron que les pagaran las
bebidas?
Cande se soltó de Agus, reparando en el mal
humor de Peter.
—No les hemos dejado, Peter. Yo misma les dije
que no lo hicieran.
Peter me cogió la botella que sujetaba en la
mano.
—Entonces, ¿qué es esto?
—¿Lo dices en serio? —pregunté.
—Sí, lo digo muy en serio —dijo mientras
tiraba la cerveza a la papelera que había junto a la barra—. Te lo he dicho
cien veces… no puedes aceptar bebidas de cualquier tío. ¿Y si te han echado
algo?
Candela levantó su bebida.
—No hemos perdido de vista las bebidas en
ningún momento. Te estás pasando.
—No estoy hablando contigo —dijo Peter,
mirándome fijamente a los ojos.
—¡Oye! —dije, enfadada—. No le hables así.
—Peter —le avisó Agus—, déjalo ya.
—No me gusta que aceptes que otros tíos te
inviten a copas —dijo Peter.
Levanté una ceja.
—¿Intentas iniciar una pelea?
—¿Te gustaría llegar a la barra y verme
compartir alguna copa con una chica?
Asentí una vez.
—Está bien. Ahora ignoras a todas las
mujeres. Lo pillo. Debería hacer el mismo esfuerzo.
—Eso estaría bien —dijo, intentando
claramente controlar su carácter.
Resultaba un poco desconcertante estar en el
lado malo de su ira. Los ojos le brillaban todavía de rabia, y un ansia innata
de contraatacar se apoderó de mí.
—Vas a tener que controlar ese rollo del
novio celoso, Peter, no he hecho nada malo.
Peter me lanzó una mirada de incredulidad.
—¡Pero si he llegado aquí y me he encontrado
con que un tío te estaba invitando a una copa!
—¡No le grites! —dijo Cande.
Agus apoyó la mano en el hombro de Peter.
—Todos hemos bebido mucho. Salgamos de aquí.
En esta ocasión, la habitual influencia
calmante de Agus había perdido su efecto en Peter, y me agobió que su rabieta
hubiera acabado con nuestra noche.
—Tengo que avisar a Pablo de que nos vamos
—gruñí, dejando atrás a Peter de camino a la pista de baile.
Una mano cálida me rodeó la muñeca. Me giré
en redondo y vi a Peter agarrándome sin ningún tipo de arrepentimiento.
—Iré contigo.
Retorcí el brazo para librarme de su
sujeción.
—Soy totalmente capaz de caminar unos pocos
metros yo sola, Peter. ¿Qué problema tienes?
Vislumbré a Pablo en el centro y me abrí
paso a empujones hasta él.
—¡Nos vamos!
—¿Qué? —gritó Pablo por encima de la música.
—¡Peter está de un humor de perros! ¡Nos
vamos!
Pablo puso los ojos en blanco y sacudió la
cabeza, a la vez que me decía adiós con la mano mientras me alejaba de la pista
de baile. Justo cuando había localizado a Cande y a Agus, un hombre disfrazado de pirata tiró de mí hacia
atrás.
—¿Adónde crees que vas? —sonrió él, mientras
chocaba contra mí.
Me reí y sacudí la cabeza por la mueca que
estaba poniendo. Cuando ya me iba, me cogió el brazo. No tardé mucho en darme
cuenta de que no me estaba cogiendo sin más, sino para buscar protección.
—¡Eh! —gritó él, mirando más allá de mí con
los ojos como platos.
Peter le impedía llegar a la pista de baile
y lanzó un puñetazo directamente a la cara del pirata. La fuerza del impacto
nos envió a ambos al suelo. Con las palmas de la mano sobre el pavimento de
madera, parpadeé asombrada y sin creer lo que pasaba. Cuando sentí algo cálido y
húmedo en la mano, me volví y retrocedí. Estaba cubierta de la sangre de la
nariz del hombre. Se tapaba la mano con la cara, pero el brillante líquido rojo
le caía por el antebrazo mientras se retorcía de dolor en el suelo.
Peter se apresuró a recogerme, parecía tan
conmocionado como yo:
—¡Oh, mierda! ¿Estás bien, Paloma?
Cuando me puse de pie, me solté el brazo que
me estaba cogiendo.
—¿Te has vuelto loco?
Cande me cogió de la muñeca y tiró de mí
entre la multitud hasta llegar al aparcamiento. Agus abrió las puertas y,
cuando me acomodé en el asiento, Peter se volvió hacia mí.
—Lo siento, Paloma. No sabía que te estaba
agarrando.
—¡Tu puño ha pasado a escasos centímetros de
mi cara! —dije, cogiendo la toalla manchada de grasa que Agus me había lanzado.
Asqueada, me sequé la sangre de la mano.
La seriedad de la situación me ensombreció
el gesto, mientras él ponía expresión de sufrimiento.
—No me habría vuelto a pegarle un puñetazo
si hubiera sabido que podía darte. Lo sabes, ¿no?
—Cállate, Peter. De verdad, será mejor que
te calles —dije, con la mirada fija en la parte posterior de la cabeza de Agus.
—Paloma… —empezó a decir Peter.
Agus golpeó el volante con la parte inferior
de la palma de la mano.
—¡Cierra el pico, Peter! Ya has dicho que lo
sientes, ¡ahora cierra la puta boca!
Llegamos a casa en el más absoluto silencio.
Agus echó hacia delante su asiento para dejarme salir del coche y miré a Cande,
que asintió comprendiendo lo que le pedía.
Dio un beso de buenas noches a su novio.
—Nos vemos mañana, cariño.
Agus asintió resignado y la besó.
—Te quiero.
Pasé por delante de Peter para llegar al
Honda de Cande, y él corrió hasta mi lado.
—Venga, no te vayas enfadada.
—No te preocupes, no me voy enfadada, sino
furiosa.
—Necesita algo de tiempo para que la cosa se
enfríe, Peter —le avisó Cande, cerrando la puerta.
Cuando la puerta del acompañante se abrió de
golpe, Peter la sujetó y se apoyó contra ella.
—No te vayas, Paloma. Sé que me he pasado.
Levanté la mano y mostré los restos de
sangre seca en la palma.
—Avísame cuando madures.
Se apoyó en la puerta con la cadera.
—No puedes irte.
Levanté una ceja, y Agus corrió rodeando el
coche tras nosotras.
—Peter, estás borracho. Estás a punto de
cometer un enorme error. Deja que se vaya a casa, relájate… Podéis hablar
mañana cuando estés sobrio.
La expresión de Peter se volvió desesperada.
—No puede irse —dijo él, mirándome fijamente
a los ojos.
—Esto no va a funcionar, Peter —dije tirando
de la puerta—. ¡Apártate!
—¿Qué quieres decir con que no va a
funcionar? —preguntó Peter, cogiéndome del brazo.
—Me refiero a tu cara de tristeza. No voy a
picar —dije soltándome.
Agus observó a Peter durante un momento y,
entonces, se volvió hacia mí.
—Lali…, este es el momento del que hablaba.
Quizá deberías…
—No te metas, Agus —le espetó Cande, mientras
ponía el coche en marcha.
—Voy a hacer una gilipollez. Voy a hacer
muchas gilipolleces, Paloma, pero tienes que perdonarme.
—¡Mañana tendré un enorme moratón en el
culo! Pegaste a ese chico porque estabas cabreado conmigo. ¿Qué quieres que
piense? ¡Porque ahora mismo veo banderas rojas por todas partes!
—Nunca he pegado a una chica en mi vida
—dijo él, sorprendido por mis palabras.
—¡Y no estoy dispuesta a ser la primera!
—añadí, tirando de la puerta—. ¡Apártate, joder!
Peter asintió y después dio un paso atrás.
Me senté al lado de Cande y cerré de un golpe la puerta.
Echó marcha atrás, y Peter se inclinó a
mirarme a por la ventanilla.
—¿Me llamarás mañana, verdad? —suplicó, con
la mano en el parabrisas.
—Vámonos ya, Can —dije, negándome a mirarlo
a los ojos.
Continuará...
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Espero que les guste. Dejen sus lindos comentarios :)
Mi Twitter es: @Casijuegosca sigo a todos los que me siguen
Me llamo Cielo, si quieren llámenme por mi nombre besos a todos!
Chicas maratón 4/5 +10 cometarios y subo mas
Chicas maratón 4/5 +10 cometarios y subo mas
pobre peter no puede controlar su temperamento :/ subi mas! esta mui buena la novela
ResponderBorrarMas
ResponderBorrarNooo porque se pelean nooo
ResponderBorrarque no se peleen tan rapidoooooooo
ResponderBorrarQiero Mas
ResponderBorrarmas noveeeeeeeeeeeeeeeeeee
ResponderBorrarMas
ResponderBorrarMassss
ResponderBorrarPeterrr
ResponderBorrarAmo tu novelaaa besos desde venezuela
ResponderBorrarMasss
ResponderBorrarMassssd nove x faaaa
ResponderBorrarMaaasss esta buena
ResponderBorrarMaassss
ResponderBorrarNo podía durar tanto la felicidad!! Espero que se solucione pronto!
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