Novelita Laliter

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sábado, 31 de agosto de 2013

Capítulo 24: "Detener para avanzar"

 Maratón 4/5
Novela: "Maravilloso Desastre"
Capítulo 24: "Detener para avanzar"
Gastón se sentó y yo me erguí recolocándome la ropa. Salté cuando la puerta se abrió repentinamente.
Peter y Cande estaban junto al coche. Cande ponía cara de comprensión, mientras Peter parecía a punto de estallar en un ataque de rabia ciega.
—¿Qué coño haces, Peter? —gritó Gastón.
La situación de repente se volvió peligrosa. Nunca había oído a Gastón subir la voz. Los nudillos de Peter estaban blancos de lo mucho que los apretaba, y yo estaba en medio. La mano de Cande pareció muy pequeñita cuando la colocó en el abultado brazo de Peter, moviendo la cabeza en dirección a Gastón con un aviso silencioso.
—Venga, Lali. Tengo que hablar contigo —dijo ella.
—¿Sobre qué?
—¡Que vengas! —replicó.
Miré a Gastón y vi irritación en sus ojos.
—Lo siento, tengo que irme.
—No, está bien. Vete.
Peter me ayudó a salir del Porsche y luego cerró la puerta con una patada. Me di la vuelta rápido y me quedé de pie entre él y el coche, dándole la espalda.
—¿Qué te pasa? ¡Suéltalo ya!
Cande parecía nerviosa. No me costó mucho imaginarme por qué. Peter apestaba a whisky; ella había insistido en acompañarlo o él le había pedido que fuese con él. De cualquier modo, Cande actuaba como elemento disuasorio de la violencia.
Las ruedas del Porsche de Gastón chirriaron al salir del aparcamiento, y Peter encendió un cigarrillo.
—Ya puedes entrar, Can.
Ella me agarraba la falda.
—Venga, Lali.
—¿Por qué no te quedas, Lali? —decía él a punto de estallar.
Le indiqué a Cande con la cabeza que siguiera y ella de mala gana obedeció. Me crucé de brazos, lista para una pelea, preparándome para atacarlo después del inevitable discurso. Peter dio varias caladas a su cigarrillo y, cuando quedó claro que no se iba a explicar, la paciencia se me agotó.
—¿Por qué has hecho eso? —pregunté.
—¿Por qué? ¡Porque estaba sobándote enfrente de mi apartamento! —gritó.
Parecía que se le iban a salir los ojos de las órbitas y podía percibir que era incapaz de mantener una conversación racional.
Mantuve la voz en calma.
—Puedo quedarme contigo, pero lo que haga y con quién lo haga es asunto mío.
Arrojó el cigarrillo al suelo empujándolo con la punta de dos dedos.
—Eres mucho mejor que eso, Paloma. No le dejes que te folle en un coche como si fueras un ligue barato de fiesta de fin de curso.
—¡No iba a tener relaciones sexuales con él!
Gesticuló en dirección al espacio vacío donde había estado el coche de Gastón.
—¿Qué estaban haciendo entonces?
—¿No has salido nunca con alguien, Peter? ¿No has jugueteado sin ir más lejos?
Frunció el ceño y sacudió la cabeza como si yo estuviera diciendo tonterías.
—¿Qué tiene que ver eso?
—Mucha gente lo hace…, especialmente quienes tienen citas.
—Las ventanas estaban empañadas, el coche se movía…, ¿qué iba a saber yo? —dijo, moviendo los brazos en dirección al espacio vacío del aparcamiento.
— ¡Tal vez no deberías espiarme!
Se frotó la cara y sacudió la cabeza.
—No puedo soportar esto, Paloma. Creo que me estoy volviendo loco.
Dejé caer las manos golpeándome las caderas.
—¿Qué es lo que no puedes soportar?
—Si duermes con él, no quiero saberlo. Iré a la cárcel mucho tiempo si me entero de que él…, simplemente no me lo digas.
—Peter —suspiré—. ¡No puedo creer que estés diciendo lo que dices! —dije poniéndome la mano en el pecho—. ¡Yo no he…! ¡Ah! No importa.
Empecé a andar alejándome de él, pero me agarró el brazo e hizo que me diera la vuelta hasta que lo tuve de frente.
—¿Qué es lo que no has hecho? —preguntó, serpenteando un poco. No respondí, no tenía por qué.
Podía ver la luz de reconocimiento iluminar su cara y me reí.
—¿Eres virgen?
—¿Y qué? —dije, mientras notaba cómo me ardían las mejillas.
Sus ojos se apartaron de los míos, intentando enfocar la mirada mientras pensaba con dificultad por culpa del whisky.
La rabia de Peter se desvaneció, y el alivio se le transparentó en los ojos.
—¿Un joven ministro? ¿Qué sucedió después de toda su duramente conseguida abstinencia?
—Quería casarse y quedarse en… Kansas. Yo no.
Quería cambiar de tema desesperadamente. La risa en los ojos de Peter era muy humillante. No quería que siguiera hurgando en mi pasado.
Dio un paso hacia mí y me agarró la cara con las dos manos.
—Virgen —dijo, meneando la cabeza hacia los lados—. Nunca lo hubiera imaginado después de verte bailar en el Red.
—Muy gracioso —dije subiendo las escaleras en tromba.
Peter intentó seguirme pero resbaló, se cayó rodando de espaldas y gritando histéricamente.
—¿Qué haces? ¡Levántate! —dije, ayudándolo a ponerse en pie.
Me agarró con un brazo alrededor del cuello, y lo ayudé a ponerse en pie en las escaleras. Agus y Cande estaban ya en la cama, así que, sin nadie a la vista que pudiera echar una mano, me quité los zapatos de un puntapié para evitar romperme los tobillos mientras llevaba a Peter andando a duras penas hasta el dormitorio. Se cayó en la cama de espaldas arrastrándome con él.
Cuando aterrizamos, mi cara estaba a unos centímetros de la suya. Su expresión era repentinamente seria. Se incorporó un poco, casi besándome, pero lo empujé para apartarlo. Sus cejas se enarcaron.

—Déjalo ya, Peter —dije.
Me mantuvo apretada contra él hasta que dejé de pelear y luego me arrancó el tirante del vestido haciendo que se me cayera del hombro.
—Desde el instante en que la palabra virgen ha salido de esos bonitos labios tuyos…, he tenido la urgencia de ayudarte a quitarte el vestido.
—Qué mal. Estabas dispuesto a matar a Gastón por lo mismo hace veinte minutos, así que no seas hipócrita.
—¡Que se joda Gastón! No te conoce como yo.
—Venga, Peter. Quítate la ropa y métete en la cama.
—Eso te digo yo —dijo ahogando unas risas.
—¿Cuánto has bebido? —pregunté, consiguiendo finalmente meter el pie entre sus piernas.
—Bastante —sonrió mientras tiraba del dobladillo de mi vestido.
—Probablemente, más de cuatro litros —dije, mientras le apartaba la mano.
Me puse de rodillas en el colchón junto a él y le quité la camisa por la cabeza. Intentó cogerme otra vez y le agarré la muñeca, notando el hedor acre en el ambiente.
—Jo, Peter, apestas a Jack Daniels.
—Jim Beam —me corrigió, sin poder sostener la cabeza a causa del alcohol.
—Huele a madera quemada y a productos químicos.
—Sabe a eso también. —Se rio. De un tirón le desabroché la hebilla del cinturón y lo saqué de las trabillas. Se rio con el movimiento propiciado por el tirón, y luego levantó la cabeza y me miró—. Mejor guarda tu virginidad, Paloma. Sabes que me gusta lo difícil.
—Cállate —dije, mientras le desabotonaba los vaqueros y los deslizaba caderas abajo, antes de sacárselos por las piernas. Tiré el vaquero al suelo y me quedé en pie con las manos en las caderas respirando con fuerza. Le colgaban las piernas fuera de la cama, tenía los ojos cerrados y su respiración era profunda y pesada. Estaba dormido como un tronco.
Fui hacia el armario, meneando la cabeza mientras rebuscaba entre la ropa. Bajé la cremallera de mi vestido y lo deslicé sobre mis caderas dejándolo caer sobre los tobillos. Lo aparté con el pie a un rincón y me quité la coleta agitando el pelo.
El armario rebosaba con su ropa y la mía; resoplé apartándome el pelo de la cara mientras rebuscaba entre el montón una camiseta. Cuando estaba descolgando una, Peter cayó sobre mi espalda envolviéndome con los brazos alrededor de la cintura.
—¡Me has dado un susto de muerte! —se quejó.
Me recorrió la piel con las manos. Tenían un tacto diferente; lento y deliberado. Cuando me llevó con firmeza hacia él, cerré los ojos, y él escondió su cara en mi pelo rozándome el cuello suavemente con la nariz. Al sentir su piel desnuda junto a la mía me costó un poco protestar.
—Peter…
Apartó mi pelo a un lado y me besó lentamente toda la espalda de un hombro al otro, soltando el enganche de mi sujetador. Besó la piel desnuda de la base de mi cuello y cerré los ojos, la cálida suavidad de su boca sabía muy bien para decirle que parase. Un tenue gemido escapó de su garganta cuando me apretó con su pelvis, y pude sentir a través de sus calzoncillos lo mucho que me deseaba.
Contuve el aliento al saber que lo único que nos impedía dar el gran paso al que minutos antes yo era tan reacia eran dos finos pedazos de tela.

Peter me giró hacia él y luego se apretó contra mí apoyando mi espalda contra la pared. Nuestros ojos se encontraron y pude ver el dolor de su expresión cuando examinó mi piel desnuda. Le había visto mirar a mujeres antes, pero esta vez era diferente. No quería conquistarme; me quería decir que sí. Se inclinó para besarme y se paró a un centímetro de distancia. Podía sentir con mis labios el calor que irradiaba su piel, tuve que contenerme para no empujarlo a hacer el resto del camino. Sus dedos investigaban mi piel mientras decidía qué hacer y luego sus manos se deslizaron por mi espalda hasta la cinturilla de mis bragas. Con los dedos índices se escurrió por mis caderas hacia abajo entre mi piel y el tejido de encaje, y, en el mismo momento en que estaba a punto de bajar el delicado tejido por mis piernas, dudó. Entonces, cuando abrí la boca para decir sí, cerró con fuerza los ojos.
—Así no —susurró, acariciándome los labios con los suyos—. Te deseo, pero no de esta manera.
Se tambaleó hacia atrás, cayó de espaldas en la cama y yo me quedé un momento de pie con los brazos cruzados sobre el estómago. Cuando su respiración se tranquilizó, saqué los brazos de la camiseta que todavía llevaba puesta y me la quité bruscamente por la cabeza. Peter no se movió, y yo exhalé con suavidad y lentamente, sabiendo que no podríamos refrenarnos si me deslizaba en la cama y él despertaba con una perspectiva menos honorable.
Me fui deprisa al sillón y me dejé caer sobre él, tapándome la cara con las manos. Sentí las capas de frustración bailoteando y chocando entre sí dentro de mí. Gastón se había ido sintiéndose desairado, Peter había esperado hasta que había visto a alguien (alguien que a mí me gustaba de verdad) mostrar interés en mí, y yo parecía ser la única chica a la que no podía llevarse a la cama, ni siquiera estando borracho.
A la mañana siguiente me serví zumo de naranja en un vaso alto y me lo fui bebiendo a sorbitos mientras movía la cabeza al ritmo de la música de mi iPod. Me desperté antes de que saliera el sol, y luego estuve retorciéndome en el sillón hasta las ocho. Después decidí limpiar la cocina para pasar el rato hasta que mis menos ambiciosos compañeros de piso se despertaran. Cargué el lavavajillas, barrí y pasé la mopa, y luego limpié las encimeras. Cuando la cocina estuvo reluciente, cogí la cesta de la ropa limpia, me senté en el sofá y doblé y doblé hasta que hubo una docena o más de montones a mi alrededor.
Llegaron murmullos de la habitación de Agus. Se oyó la risa tonta de Cande y luego hubo silencio durante unos minutos más, seguidos de ruidos que me hicieron sentir un poco incómoda sentada sola en la sala de estar.
Apilé los montones de ropa plegada en la cesta y los llevé a la habitación de Peter. Sonreí al ver que ni se había movido de la postura en la que se había quedado la noche anterior. Dejé la cesta en el suelo y lo tapé con la colcha, reprimiendo la risa al ver que se daba la vuelta
—Mira, Paloma —dijo, musitando algo inaudible antes de que su respiración volviera a ser lenta y profunda.
No pude evitar mirarlo dormir; saber que estaba soñando conmigo me produjo un escalofrío en las venas que no pude explicar

Continuará... _______________________
Espero que les guste. Dejen sus lindos comentarios :)
Mi Twitter es: @Casijuegosca sigo a todos los que me siguen
Me llamo Cielo, si quieren llámenme por mi nombre besos a todos!

7 comentarios:

  1. waooooo manita me encantooooooooo eres la mejor solo waooooooo OMG tremenda escritora divina capa... tremendo capitulo.. me encanto.

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  2. Laliiiiiiiii besalo dormido andaaaa hacelo por mi :) jajajjaaj la amo Peter eres un zarpado jajajaj lo amo.

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  3. hasta dormido dice su nombre viste esto es amor... awwwww *-*

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  4. ya hice 3 capitulos ok? ok! jaja te esperoooo ja! beso manita te dejo :)

    @AnglesCasi - abetterworldlaliter.blogspot.com

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  5. le está gustando Gastón ,pero Peter es Peter,para ella.

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  6. Te sigo diciendo no confio en gaston, porque si fuera otro tipo de hombre no hubiese permitido eso que iba a pasar en su coche, peter con todo y ser mujeriego sabe cuando respetar a una chica!!!

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  7. Gaston me trae mala espina no se porque, Peter es un dulce de leche hasta cuando esta borracho me encanta, y sueña con ella es lo mas lindo de la vida jaja me enamore

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