Maratón 4/5
Novela: "Maravilloso Desastre"
Capítulo 24: "Detener para avanzar"
Continuará... _______________________
Novela: "Maravilloso Desastre"
Capítulo 24: "Detener para avanzar"
Gastón se sentó y yo me erguí recolocándome
la ropa. Salté cuando la puerta se abrió repentinamente.
Peter y Cande estaban junto al coche. Cande
ponía cara de comprensión, mientras Peter parecía a punto de estallar en un
ataque de rabia ciega.
—¿Qué coño haces, Peter? —gritó Gastón.
La situación de repente se volvió peligrosa.
Nunca había oído a Gastón subir la voz. Los nudillos de Peter estaban blancos de lo mucho que los
apretaba, y yo estaba en medio. La mano de Cande pareció muy pequeñita cuando
la colocó en el abultado brazo de Peter, moviendo la cabeza en dirección a
Gastón con un aviso silencioso.
—Venga, Lali. Tengo que hablar contigo —dijo
ella.
—¿Sobre qué?
—¡Que vengas! —replicó.
Miré a Gastón y vi irritación en sus ojos.
—Lo siento, tengo que irme.
—No, está bien. Vete.
Peter me ayudó a salir del Porsche y luego
cerró la puerta con una patada. Me di la vuelta rápido y me quedé de pie entre
él y el coche, dándole la espalda.
—¿Qué te pasa? ¡Suéltalo ya!
Cande parecía nerviosa. No me costó mucho
imaginarme por qué. Peter apestaba a whisky; ella había insistido en
acompañarlo o él le había pedido que fuese con él. De cualquier modo, Cande actuaba
como elemento disuasorio de la violencia.
Las ruedas del Porsche de Gastón chirriaron
al salir del aparcamiento, y Peter encendió un cigarrillo.
—Ya puedes entrar, Can.
Ella me agarraba la falda.
—Venga, Lali.
—¿Por qué no te quedas, Lali? —decía él a
punto de estallar.
Le indiqué a Cande con la cabeza que
siguiera y ella de mala gana obedeció. Me crucé de brazos, lista para una
pelea, preparándome para atacarlo después del inevitable discurso. Peter dio
varias caladas a su cigarrillo y, cuando quedó claro que no se iba a explicar,
la paciencia se me agotó.
—¿Por qué has hecho eso? —pregunté.
—¿Por qué? ¡Porque estaba sobándote enfrente
de mi apartamento! —gritó.
Parecía que se le iban a salir los ojos de
las órbitas y podía percibir que era incapaz de mantener una conversación
racional.
Mantuve la voz en calma.
—Puedo quedarme contigo, pero lo que haga y
con quién lo haga es asunto mío.
Arrojó el cigarrillo al suelo empujándolo
con la punta de dos dedos.
—Eres mucho mejor que eso, Paloma. No le dejes
que te folle en un coche como si fueras un ligue barato de fiesta de fin de
curso.
—¡No iba a tener relaciones sexuales con él!
Gesticuló en dirección al espacio vacío
donde había estado el coche de Gastón.
—¿Qué estaban haciendo entonces?
—¿No has salido nunca con alguien, Peter?
¿No has jugueteado sin ir más lejos?
Frunció el ceño y sacudió la cabeza como si
yo estuviera diciendo tonterías.
—¿Qué tiene que ver eso?
—Mucha gente lo hace…, especialmente quienes
tienen citas.
—Las ventanas estaban empañadas, el coche se
movía…, ¿qué iba a saber yo? —dijo, moviendo los brazos en dirección al espacio
vacío del aparcamiento.
— ¡Tal vez no deberías espiarme!
Se frotó la cara y sacudió la cabeza.
—No puedo soportar esto, Paloma. Creo que me
estoy volviendo loco.
Dejé caer las manos golpeándome las caderas.
—¿Qué es lo que no puedes soportar?
—Si duermes con él, no quiero saberlo. Iré a
la cárcel mucho tiempo si me entero de que él…, simplemente no me lo digas.
—Peter —suspiré—. ¡No puedo creer que estés
diciendo lo que dices! —dije poniéndome la mano en el pecho—. ¡Yo no he…! ¡Ah!
No importa.
Empecé a andar alejándome de él, pero me
agarró el brazo e hizo que me diera la vuelta hasta que lo tuve de frente.
—¿Qué es lo que no has hecho? —preguntó,
serpenteando un poco. No respondí, no tenía por qué.
Podía ver la luz de reconocimiento iluminar
su cara y me reí.
—¿Eres virgen?
—¿Y qué? —dije, mientras notaba cómo me
ardían las mejillas.
Sus ojos se apartaron de los míos,
intentando enfocar la mirada mientras pensaba con dificultad por culpa del
whisky.
La rabia de Peter se desvaneció, y el alivio
se le transparentó en los ojos.
—¿Un joven ministro? ¿Qué sucedió después de
toda su duramente conseguida abstinencia?
—Quería casarse y quedarse en… Kansas. Yo
no.
Quería cambiar de tema desesperadamente. La
risa en los ojos de Peter era muy humillante. No quería que siguiera hurgando
en mi pasado.
Dio un paso hacia mí y me agarró la cara con
las dos manos.
—Virgen —dijo, meneando la cabeza hacia los
lados—. Nunca lo hubiera imaginado después de verte bailar en el Red.
—Muy gracioso —dije subiendo las escaleras
en tromba.
Peter intentó seguirme pero resbaló, se cayó
rodando de espaldas y gritando histéricamente.
—¿Qué haces? ¡Levántate! —dije, ayudándolo a
ponerse en pie.
Me agarró con un brazo alrededor del cuello,
y lo ayudé a ponerse en pie en las escaleras. Agus y Cande estaban ya en la
cama, así que, sin nadie a la vista que pudiera echar una mano, me quité los zapatos
de un puntapié para evitar romperme los tobillos mientras llevaba a Peter
andando a duras penas hasta el dormitorio. Se cayó en la cama de espaldas
arrastrándome con él.
Cuando aterrizamos, mi cara estaba a unos
centímetros de la suya. Su expresión era repentinamente seria. Se incorporó un
poco, casi besándome, pero lo empujé para apartarlo. Sus cejas se enarcaron.
—Déjalo ya, Peter —dije.
Me mantuvo apretada contra él hasta que dejé
de pelear y luego me arrancó el tirante del vestido haciendo que se me cayera
del hombro.
—Desde el instante en que la palabra virgen
ha salido de esos bonitos labios tuyos…, he tenido la urgencia de ayudarte a
quitarte el vestido.
—Qué mal. Estabas dispuesto a matar a Gastón
por lo mismo hace veinte minutos, así que no seas hipócrita.
—¡Que se joda Gastón! No te conoce como yo.
—Venga, Peter. Quítate la ropa y métete en
la cama.
—Eso te digo yo —dijo ahogando unas risas.
—¿Cuánto has bebido? —pregunté, consiguiendo
finalmente meter el pie entre sus piernas.
—Bastante —sonrió mientras tiraba del
dobladillo de mi vestido.
—Probablemente, más de cuatro litros —dije,
mientras le apartaba la mano.
Me puse de rodillas en el colchón junto a él
y le quité la camisa por la cabeza. Intentó cogerme otra vez y le agarré la
muñeca, notando el hedor acre en el ambiente.
—Jo, Peter, apestas a Jack Daniels.
—Jim Beam —me corrigió, sin poder sostener
la cabeza a causa del alcohol.
—Huele a madera quemada y a productos
químicos.
—Sabe a eso también. —Se rio. De un tirón le
desabroché la hebilla del cinturón y lo saqué de las trabillas. Se rio con el
movimiento propiciado por el tirón, y luego levantó la cabeza y me miró—. Mejor
guarda tu virginidad, Paloma. Sabes que me gusta lo difícil.
—Cállate —dije, mientras le desabotonaba los
vaqueros y los deslizaba caderas abajo, antes de sacárselos por las piernas.
Tiré el vaquero al suelo y me quedé en pie con las manos en las caderas respirando
con fuerza. Le colgaban las piernas fuera de la cama, tenía los ojos cerrados y
su respiración era profunda y pesada. Estaba dormido como un tronco.
Fui hacia el armario, meneando la cabeza
mientras rebuscaba entre la ropa. Bajé la cremallera de mi vestido y lo deslicé
sobre mis caderas dejándolo caer sobre los tobillos. Lo aparté con el pie a un
rincón y me quité la coleta agitando el pelo.
El armario rebosaba con su ropa y la mía;
resoplé apartándome el pelo de la cara mientras rebuscaba entre el montón una
camiseta. Cuando estaba descolgando una, Peter cayó sobre mi espalda envolviéndome
con los brazos alrededor de la cintura.
—¡Me has dado un susto de muerte! —se quejó.
Me recorrió la piel con las manos. Tenían un
tacto diferente; lento y deliberado. Cuando me llevó con firmeza hacia él,
cerré los ojos, y él escondió su cara en mi pelo rozándome el cuello suavemente
con la nariz. Al sentir su piel desnuda junto a la mía me costó un poco
protestar.
—Peter…
Apartó mi pelo a un lado y me besó
lentamente toda la espalda de un hombro al otro, soltando el enganche de mi
sujetador. Besó la piel desnuda de la base de mi cuello y cerré los ojos, la cálida
suavidad de su boca sabía muy bien para decirle que parase. Un tenue gemido escapó
de su garganta cuando me apretó con su pelvis, y pude sentir a través de sus
calzoncillos lo mucho que me deseaba.
Contuve el aliento al saber que lo único que
nos impedía dar el gran paso al que minutos antes yo era tan reacia eran dos
finos pedazos de tela.
Peter me giró hacia él y luego se apretó
contra mí apoyando mi espalda contra la pared. Nuestros ojos se encontraron y
pude ver el dolor de su expresión cuando examinó mi piel desnuda. Le había
visto mirar a mujeres antes, pero esta vez era diferente. No quería conquistarme;
me quería decir que sí. Se inclinó para besarme y se paró a un centímetro de
distancia. Podía sentir con mis labios el calor que irradiaba su piel, tuve que
contenerme para no empujarlo a hacer el resto del camino. Sus dedos investigaban
mi piel mientras decidía qué hacer y luego sus manos se deslizaron por mi
espalda hasta la cinturilla de mis bragas. Con los dedos índices se escurrió
por mis caderas hacia abajo entre mi piel y el tejido de encaje, y, en el mismo
momento en que estaba a punto de bajar el delicado tejido por mis piernas,
dudó. Entonces, cuando abrí la boca para decir sí, cerró con fuerza los ojos.
—Así no —susurró, acariciándome los labios
con los suyos—. Te deseo, pero no de esta manera.
Se tambaleó hacia atrás, cayó de espaldas en
la cama y yo me quedé un momento de pie con los brazos cruzados sobre el
estómago. Cuando su respiración se tranquilizó, saqué los brazos de la camiseta
que todavía llevaba puesta y me la quité bruscamente por la cabeza. Peter no se
movió, y yo exhalé con suavidad y lentamente, sabiendo que no podríamos
refrenarnos si me deslizaba en la cama y él despertaba con una perspectiva
menos honorable.
Me fui deprisa al sillón y me dejé caer
sobre él, tapándome la cara con las manos. Sentí las capas de frustración
bailoteando y chocando entre sí dentro de mí. Gastón se había ido sintiéndose desairado,
Peter había esperado hasta que había visto a alguien (alguien que a mí me
gustaba de verdad) mostrar interés en mí, y yo parecía ser la única chica a la
que no podía llevarse a la cama, ni siquiera estando borracho.
A la mañana siguiente me serví zumo de
naranja en un vaso alto y me lo fui bebiendo a sorbitos mientras movía la
cabeza al ritmo de la música de mi iPod. Me desperté antes de que saliera el
sol, y luego estuve retorciéndome en el sillón hasta las ocho. Después decidí
limpiar la cocina para pasar el rato hasta que mis menos ambiciosos compañeros
de piso se despertaran. Cargué el lavavajillas, barrí y pasé la mopa, y luego
limpié las encimeras. Cuando la cocina estuvo reluciente, cogí la cesta de la
ropa limpia, me senté en el sofá y doblé y doblé hasta que hubo una docena o
más de montones a mi alrededor.
Llegaron murmullos de la habitación de Agus.
Se oyó la risa tonta de Cande y luego hubo silencio durante unos minutos más,
seguidos de ruidos que me hicieron sentir un poco incómoda sentada sola en la
sala de estar.
Apilé los montones de ropa plegada en la
cesta y los llevé a la habitación de Peter. Sonreí al ver que ni se había
movido de la postura en la que se había quedado la noche anterior. Dejé la
cesta en el suelo y lo tapé con la colcha, reprimiendo la risa al ver que se
daba la vuelta
—Mira, Paloma —dijo, musitando algo
inaudible antes de que su respiración volviera a ser lenta y profunda.
No pude evitar mirarlo
dormir; saber que estaba soñando conmigo me produjo un escalofrío en las venas
que no pude explicarContinuará... _______________________
Espero que les guste. Dejen sus lindos comentarios :)
Mi Twitter es: @Casijuegosca sigo a todos los que me siguen
Me llamo Cielo, si quieren llámenme por mi nombre besos a todos!
waooooo manita me encantooooooooo eres la mejor solo waooooooo OMG tremenda escritora divina capa... tremendo capitulo.. me encanto.
ResponderBorrarLaliiiiiiiii besalo dormido andaaaa hacelo por mi :) jajajjaaj la amo Peter eres un zarpado jajajaj lo amo.
ResponderBorrarhasta dormido dice su nombre viste esto es amor... awwwww *-*
ResponderBorrarya hice 3 capitulos ok? ok! jaja te esperoooo ja! beso manita te dejo :)
ResponderBorrar@AnglesCasi - abetterworldlaliter.blogspot.com
le está gustando Gastón ,pero Peter es Peter,para ella.
ResponderBorrarTe sigo diciendo no confio en gaston, porque si fuera otro tipo de hombre no hubiese permitido eso que iba a pasar en su coche, peter con todo y ser mujeriego sabe cuando respetar a una chica!!!
ResponderBorrarGaston me trae mala espina no se porque, Peter es un dulce de leche hasta cuando esta borracho me encanta, y sueña con ella es lo mas lindo de la vida jaja me enamore
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