Novelita Laliter

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lunes, 12 de agosto de 2013

Capítulo 7: "Resultados"



Novela: "Maravilloso Desastre"
Capítulo 7: "Resultados"
El  examen  acabó  resultándome  un  paseo,  y  fui  a  sentarme  a  los  escalones  del  exterior  del  edificio para  esperar  a Cande.  Cuando  bajó  repentinamente  hasta  mi  lado,  con  cara  de  derrota,  esperé  a  que hablara.
—¡Me ha ido fatal! —gritó ella.
—Deberías estudiar con nosotros. Peter lo explica realmente bien.
Cande soltó un lamento y apoyó la cabeza en mi hombro.
—¡No me has ayudado nada! ¿No podrías haber hecho algún gesto con la cabeza por cortesía o algo?
Le rodeé el cuello con el brazo y la acompañé hasta nuestra residencia.
Durante la semana siguiente, Peter me ayudó con mi ensayo de Historia y me hizo de tutor en Biología. Fuimos juntos a ver la lista de notas colgada fuera del despacho del profesor Campbell. Yo era la tercera estudiante con mejor nota.
—¡El tercer puesto de la clase! ¡Bien hecho, Paloma! —dijo él, abrazándome.
Sus  ojos  brillaban  de  emoción  y  orgullo,  y  di  un  paso  atrás  presa  de  un  repentino  sentimiento  de incomodidad.
—Gracias, Peter. No podría haberlo hecho sin ti —dije, tirando de su camiseta.
Me miró por encima del hombro y empezó a avanzar entre la multitud que había detrás de nosotros.
—¡Abrid paso! ¡Moveos, gente! Haced sitio para el cerebro horriblemente desfigurado y enorme de esta pobre mujer. ¡Es una supergenio!
Me reí al ver las expresiones de diversión y curiosidad de mis compañeros.

Conforme  pasaron  los  días,  tuvimos  que  sortear  los  persistentes  rumores  acerca  de  que  teníamos  una relación. La reputación de Peter ayudó a acallar el rumor. Nunca había sabido estar con una sola chica más de una noche, así que cuanto más nos veían juntos, mejor entendía la gente nuestra relación platónica como  lo  que  era.  Ahora  bien,  ni  siquiera  las  constantes  preguntas  sobre  nuestro  vínculo  hicieron disminuir la atención que Peter recibía de sus compañeras.
Siguió sentándose a mi lado en Historia y almorzando conmigo. No tardé mucho en darme cuenta de que me había equivocado con él, e incluso llegué a defender a Peter de quienes no lo conocían tan bien como yo.
En la cafetería, Peter dejó un cartón de zumo de naranja delante de mí.
—No era necesario que te molestaras. Iba a coger uno —dije, mientras me quitaba la chaqueta.
—Bueno,  pues  ya  no  tienes  que  hacerlo  —comentó  él,  con  un  hoyuelo  ligeramente  marcado  en  su mejilla izquierda.
Brazil resopló.
—¿Te  has  convertido  en  su  criado,  Peter?  ¿Qué  será  lo  siguiente?  ¿Abanicarla con  una  hoja  de palmera, vestido solo con un bañador Speedo?
Peter lo fulminó con una mirada asesina, y yo salté en su defensa.
—Tú no podrías ni rellenar un Speedo, Brazil. Así que cierra esa boca.
—¡Calma, Lali! Estaba bromeando —dijo Brazil, levantando las manos.
—Bueno…, pero no le hables así —dije, frunciendo el ceño.
La expresión de Peter era una mezcla de sorpresa y gratitud.
—Ahora sí que lo he visto todo. Una chica acaba de defenderme —dijo al tiempo que se levantaba.
Antes de irse con su bandeja, echó una nueva mirada de aviso a Brazil, y entonces salió a reunirse con un pequeño grupo de fumadores que estaban de pie en el exterior del edificio.
Intenté  no  mirarlo  mientras  se  reía  y  hablaba.  Todas  las  chicas  del  grupo  competían  sutilmente  por ponerse a su lado, y Cande me dio un codazo en las costillas cuando se dio cuenta de que mi atención estaba en otro sitio.
—¿Qué miras, La?
—Nada, no estoy mirando nada.
Apoyó la barbilla en la mano y meneó la cabeza.
—Se les ve tanto el plumero… Mira a la pelirroja. Se ha pasado los dedos por el pelo tantas veces como ha pestañeado. Me pregunto si Peter se cansará alguna vez de eso.
Agus asintió.
—Sí que lo hace. Todo el mundo piensa que es un imbécil,  pero  si  supieran  toda  la  paciencia  que tiene  con  cada  chica  que  cree  que  puede  domarlo…  No  puede  ir  a  ninguna  parte  sin  que  anden fastidiándolo. Creedme; es mucho más educado de lo que lo sería yo.
—Ya, estoy segura de que a ti no te encantaría estar en su lugar —dijo Cande, dándole un beso en la mejilla.
Peter se estaba acabando el cigarrillo en el exterior de la cafetería cuando pasé por su lado.
—Espera, Paloma. Te acompaño.
—No tienes que acompañarme a todas las clases, Peter. Sé llegar sola.
Peter se distrajo rápidamente con una chica de pelo largo y negro, con minifalda, que pasó a su lado y le sonrió. La siguió con la mirada y asintió a la chica, a la vez que tiraba al suelo el cigarrillo.
—Luego te veo, Paloma.
—Sí —dije, poniendo los ojos en blanco, mientras él corría junto a la chica.
El asiento de Peter permaneció vacío durante la clase y me descubrí a mí misma algo molesta con él porque me hubiera dejado por una chica a la que ni siquiera conocía. El profesor Chaney pronto dio la clase por terminada, y me apresuré a cruzar el césped, consciente de que tenía que encontrarme con Pablo a  las  tres  para  darle  los  apuntes  de  Sherri  Cassidy  de  Iniciación  a  la  música.  Miré  el  reloj  y  apreté  el paso.
—¿Lali?
Gastón corrió por el césped para alcanzarme.
—Me  parece  que  todavía  no  nos  hemos  presentado  oficialmente  —dijo  tendiéndome  la  mano—.Gastón Dalmau.
Le estreché la mano y sonreí.
—Lali Esposito.
—Estaba detrás de ti cuando viste la nota del examen de Biología. Felicidades —prosiguió con una sonrisa y metiéndose las manos en los bolsillos.
—Gracias. Peter me ayudó, si no habría estado al final de esa lista, créeme.
—Oh, sois…
—Amigos.
Gastón asintió y sonrió.
—¿Te ha dicho que hay una fiesta en la fraternidad este fin de semana?
—Básicamente hablamos de Biología y comida.
Gastón se rio.
—Eso suena mucho a Peter.
En la puerta del Morgan Hall, Gastón me miró a la cara con sus enormes ojos verdes.
—Deberías venir. Será divertido.
—Lo comentaré con Cande. No creo que tengamos ningún plan.
—¿Sois una especie de pack de dos?
—Hicimos un pacto este verano. Nada de ir a fiestas solas.
—Inteligente —asintió en señal de aprobación.
—Conoció  a  Agus  en  Orientación,  así  que,  en  realidad,  tampoco  he  tenido  que  ir  con  ella  a  todas partes. Esta será la primera vez que necesite pedírselo, así que estoy segura de que vendrá encantada.
Me encogí intimidada. No solo balbuceaba, sino que había dejado claro que no solían invitarme a ir a fiestas.
—Genial, nos vemos allí —dijo él.
Se  despidió  con  su  sonrisa  perfecta,  propia  de  un  modelo  de  Banana  Republic,  con  su  mandíbula cuadrada y el bronceado natural de su piel, y se dio media vuelta para seguir andando por el campus.
Observé  cómo  se  alejaba:  alto,  bien  afeitado,  con  una  camisa  ajustada  de  rayas  finas  y  pantalones vaqueros. Su pelo ondulado, rubio oscuro, se movía mientras caminaba.
Me mordí el labio, halagada por su invitación.
—Bueno, este va más a tu ritmo —me dijo Pablo al oído.
—Es mono, ¿verdad? —pregunté, incapaz de dejar de sonreír.
—Pues sí, oye. Si te mola el rollo pijo y la posición del misionero, sí.
—¡Pablo! —grité, dándole un manotazo en el hombro.
—¿Tienes los apuntes de Sherri?
—Sí —dije, mientras los sacaba del bolso.
Se encendió un cigarrillo, lo sostuvo entre los labios y hojeó los papeles.

Continuará...

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